Todo sigue igual y, a muchos años de que el extinto y legendario
Horacio García Blanco, escribió este artículo (1985-2010)
nos encontramos con un panorama similar o peor,
porque esa realidad de “barbarie” –como él bien la llama-
ya se extendió en forma masiva y entró en los hogares
afectando a todos por igual.
Mientras algunos argentinos se sientan bajo la higuera,
a la espera de una apertura de conciencia global,
otros nos ponemos a trabajar para que la cosa cambie.
Y es responsabilidad de cada cual
ubicarse en la tribuna que más le quede cómoda…
Por Horacio García Blanco
FUENTE : Revista” NOSOTROS para todos”
Año 1 –Nº 1 – 1985 – Editada y dirigida por Beatriz Zunino
Esa imagen sonriente, eufórica, rica en alegría, sana por una victoria limpia, es la que queríamos siempre para nuestro futbol. Esa imagen de los chicos Sub-16 que alcanzaron el título sudamericano. Esa que provocó la conmoción de la gente por ver un futbol distinto, que transpiraba alegría y transmitía creación.
Es que estamos contaminados de violencia, de actitudes sucias y ventajeras, de presiones “competitivas” y de hinchas que no son hinchas, que han encontrado en las tribunas y en las calles que circundan nuestros estadios de futbol, el campo propicio par desatar su propia batalla. La batalla despiadada del robo, del insulto, de la descarga de sus bajos instintos. Una lacra que nos lastima…
Una lacra que cada vez es más grande, que nuclea a más marginados sociales y delincuentes de mayor cuantía. Es mentira que son unos pocos. Ya son muchos, cada vez son más. Antes era simplemente un grupito. Ahora no. Pero además, aun siendo todavía abrumadora minoría los que gestan, hayan cada vez más socios en los que de pronto se encuentran con la posibilidad de descargar su broncas contenidas de tantas frustraciones, de tanto ir barranca abajo en un país que les prometió mucho… y no les dio nada.
Y es entonces que se hacen socios de los “otros”. Aunque después lloren su arrepentimiento, aunque después en sus casas sientan sacudir su alma por la vergüenza de haberse asociado a la barbarie.
Esa es la gran diferencia entre estos y aquellos. Aquellos se ufanan y preparan el asalto próximo. Estos otros no. Estos sufren y se avergüenzan.
Pero… ¿saben una cosa? Tengo miedo que a los chicos también los contamine el medio. Les quite la alegría. Los urja de preocupación de saber que en esta sociedad lo único importante es ganar.
Y muchos de ustedes se estarán preguntando… ¿qué tiene que ver la imagen de los chicos con la violencia en las tribunas? Mucho. Es como el reverso de la moneda.
Los violentos que quisieron seguir su obra de miedo, en los primeros partidos de esta selección, se tuvieron que retirar. No encontraron eco. La gente, la “otra” gente, iba a los estadios para lograr algo que le estaba haciendo mucha falta: divertirse, gozar con el espectáculo. No iba con sus broncas a cuestas. La acción policial hizo lo demás.
Alguna vez los argentinos volveremos a ser como fuimos. ¿Nos dejarán? Ojalá que sí. Y entre otras cosas, volveremos, seguramente que volveremos a los estadios de futbol con la pasión que el futbol ha despertado en nuestro país. Pero sanos de violencias,,. dispuestos a la tristeza por la derrota y a la alegría si nuestro equipo gana. Pero convencidos de que el futbol es un juego. Un lindo juego como el que desplegaban estos chicos del Sub-16. Un juego que transmitiendo su alegría a la tribuna, colaborará para que los delincuentes y violentos se vayan de una vez por todas…